Cuentan por las redes una bonita historia, que dicen es verídica, de un hecho que sucedió hace años:

Su protagonista, Belker, el querido perro de una familia irlandesa. Hacía días, Belker se encontraba muy enfermo. El veterinario acudió a su casa para examinarle y, tras hacerle unas pruebas, confirmó que nada podía hacerse ya por él. Así que decidieron tomar la difícil decisión de eutanasiarle para no alargar su sufrimiento. Todo se llevó a cabo en el propio hogar, en un ambiente muy familiar. Rodearon a su fiel compañero y, Shane, el hijo pequeño, de tan solo 6 años, no dejaba de acariciarlo mientras, Belker, se quedaba dormido para siempre. Tras ello, la familia se sentó un rato a hablar de lo sucedido y a reflexionar sobre por qué los perros vivían tan pocos años. A lo que el niño, que escuchaba atentamente la conversación, respondió:
«Yo se por qué, ¡es muy sencillo! La gente viene al mundo para aprender a ser buenas personas y amar a los demás, ¿no es cierto? Pues, como los perros ya saben cómo hacer todo eso, no necesitan vivir tanto tiempo como las personas».

Es muy reconfortante pensar de esa forma y, vivieran menos o más años que nosotros, no cabe duda de que los perros son así: puro amor incondicional, además de saber vivir el momento. Deberíamos aprender más de ellos.

(A Lost)